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¿Estás satisfecho de tu vida amorosa? ¿Pasas tus noches en brazos de alguien a quien amas? Si no es así, ¿por qué?

El Amor

El amor es lo más importante en la vida, más importante que la felicidad, la salud, la fama o cualquiera otra cosa. Todo el mundo está de acuerdo, desde los más grandes sabios hasta los refranes populares. Pero no se nos da bien en el amor, y la mayoría de nuestras tentativas acaban penosamente. Si es tan importante, ¿por qué lo hacemos tan mal?

Tenemos tan mala mano en el amor que aceptamos como normal un nivel elevado de fracaso. Nos enamoramos, hacemos el amor, nos casamos por amor, y a menudo, los seres amados desaparecen de nuestra vida al cabo de unos años - ¡por no hablar de aquellos a los que acabamos odiando! Con ellos se esfuman memorias compartidas, amigos mutuos, intereses en común, e intimidad ganada con gran esfuerzo. Nuestras vidas amorosas son una serie de relaciones cortas y superficiales, con personas que pronto volverán a ser como desconocidos, y nosotros quedamos empobrecidos.

Hay una explicación sencilla : ¡lo hacemos mal! Muchas de nuestras ideas sobre el amor - qué es, como conseguirlo, como mantenerlo - son vestigios de otra época, como si intentásemos a aprender cómo utilizar un iPhone leyendo las instrucciones de un teléfono del siglo XIX. ¡No debería sorprendernos que no funcione!

Por eso he escrito esta página. Voy a explicar de dónde vienen estas ideas nefastas y por qué son tan malas, y después te presentaré las ideas buenas para reemplazarlas. Pero antes de empezar, tengo que avisarte de algunos errores que hay que evitar cometer.

 

Uno de los errores responde a la flaqueza humana de no asumir responsabilidad por nuestros fracasos - nos gusta culpar a los demás. A menudo hay algo de verdad en esa acusación, pero no importa: no controlamos a los demás, sólo tenemos control sobre nosotros mismos. Por lo tanto, si nuestro pastel no resulta bien no es culpa de los ingredientes o de la receta, incluso si fuesen parte del problema. Nuestro cometido es hacer lo mejor que podamos con lo que tenemos, no quejarnos de que no tuviésemos mejor material con qué trabajar.

Otro error surge cuando nos enfrentamos a la decepción. Cuando tenemos expectativas por algo, planeamos que salga de esa manera. Y si no lo hace, como sucede a menudo, no solemos decir ¡Bueno, estaba equivocado con respecto a esto! En lugar de eso, solemos culpar a la realidad por no cumplir con nuestras expectativas, incluso si eran disparatadas. El truco está en reconocer las situaciones por lo que son y actuar consecuentemente, no lamentarnos porque no se ajustan a nuestra imaginación. Eso es especialmente cierto cuando nuestras expectativas están tan desfasadas.

Utilizar la felicidad como guía es otro error. Claro que todos deseamos ser felices, pero la felicidad a corto plazo no lleva fiablemente a la felicidad a largo plazo. Alguien que llega a casa del trabajo, se desploma en el sofá y mira la televisión mientras come patatas fritas será más feliz a corto plazo que alguien que sale a correr o ir en bicicleta durante una hora, pero a la larga, estar en forma te hará mucho más feliz.

En general, tus sentimientos son una mala guía. Lo que sentimos como emociones son mensajes de nuestro subconsciente, diciéndonos lo que quiere que hagamos. Pero ese subconsciente es tan estúpido como nuestra mente consciente y su pronóstico es muy a corto plazo, como en los niños. No te estoy aconsejando que lo ignores, su ingenuidad hace difícil engañarle. Sencillamente no tomes su consejo sin algo de escepticismo.

El error más malicioso es la idea de que nosotros decidimos qué es importante en la vida, importante para el éxito. ¿No sería fantástico vivir en un mundo que funcionase así? Podríamos comer dulces todo el día siempre y cuando considerásemos que es bueno para nuestra salud. No tendríamos que trabajar, estudiar, limpiar la casa, o hacer algo que no deseásemos siempre y cuando pudiésemos convencernos a nosotros mismos de que esas cosas no son importantes. ¡El paraíso! Desafortunadamente el mundo en qué vivimos no es así, en absoluto. En este mundo, suele haber sólo una forma correcta de conseguir algo, y no nos corresponde decidirla.

Gran parte del secreto de la vida - no sólo en cuanto al amor, sino en cuanto a todo en la vida - consiste en reconocer lo que es importante y concentrarse en ello, ignorando todas las otras distracciones que surgen. Casi parece como si la cultura popular, los medios de comunicación y todos nuestros amigos estuviesen intentando activamente distraer nuestra atención hacia algún detalle irrelevante. Por ejemplo, todos admitimos que la belleza no es importante, pero mira cuanto esfuerzo le dedicamos. Con frecuencia es difícil descubrir qué es importante para triunfar; por tanto es comprensible que haya discrepancias. Pero nadie puede decidir para ellos mismos, no puedes decir "Bueno, eso es importante para mí".

Pero ¿qué pasa si tu y tu enamorado estan de acuerdo sobre la importancia de alguna cosa, por ejemplo el compromiso, la exclusividad sexual o como criar a los hijos? ¿No es importante estar de acuerdo? Si, pero ¡es más importante tener razón! Creer en algo porque te gustaría que fuese así es otro error. Puede que no te guste lo que tengo que decir, y puede que desees con todo tu corazón que esté equivocado, pero si quieres tener éxito en el amor, necesitas más que ilusiones; se necesita valentía: valentía para pensar seriamente en ello, para confrontarse a nuestros supuestos, y para cambiar.

Si no estás satisfecho con tu vida amorosa, y quieres salir del patrón que te constriñe - si deseas relaciones que sean más largas, profundas y mejores - tienes que aceptar que tú y tus obsoletas ideas son el problema y tienes que cambiarlas. Si no estás preparado para hacerlo, puedes dejar de leer justo aquí. De verdad.

¿Soy yo un experto en amor? ¿Tengo un doctorado en Amorío o llevo 50 años felizmente casado? No, soy un veterano canoso que ha perdido la mayoría de sus batallas. Pero no necesito ser un experto para señalar lo obvio. Y cuando piensas en ello, mi consejo no resulta tan polémico.

Muchos de vosotros vais a fruncir los labios y decir Bueno, esa es tu opinión, pero la mía es diferente (y justamente tan válida). ¿ De verdad? ¿Estás seguro de que se trata de tu opinión, basada en tu propio razonamiento y estudio? ¿O estás sencillamente repitiendo lo que siempre te han dicho, lo que desearías que fuese cierto? Porque si tu opinión es convencional, entonces es sencillamente errónea - eso es evidente.

 

Ahora ya estoy a punto para debatir el peor problema de todos: la idea de que debemos obtener algo a cambio del amor, que el amor es una forma de conseguir un objetivo. Hay una larga lista de cosas que queremos a cambio de nuestro "amor": status, respeto, autoestima, seguridad, promesas, compromiso, fidelidad, matrimonio, hijos e incluso manutención. ¡Y naturalmente también queremos ser amados!

Todo eso son Cosas Buenas: no hay porqué avergonzarse por desearlas, o incluso por casarse con alguien que te las ofrece. De hecho, ¡en eso consiste el matrimonio! Pero no tienen nada que ver con el amor, nada en absoluto. Fundamentalmente, el amor no tiene nada que ver con lo que obtienes, sino con lo que tú das.

Si lees esa última frase sola, probablemente estés de acuerdo sin tener que pensarlo. Pero muy pocas personas actúan realmente como si fuese cierto. ¿Amarías a alguien si no te hiciese sentir bien contigo mismo? ¿Si no te fuese fiel? ¿Si ni tan siquiera te amase? Probablemente no.

¿Pero amarías a tus hijos incluso si ellos no te hiciesen sentir bien contigo mismo? ¿Incluso si amasen a otra persona? ¿Incluso si te dijesen que te odian? ¡Claro que sí! Porque ése es el amor verdadero, el amor incondicional, y ya lo hacemos muy bien cuando se trata de nuestros hijos y nuestras mascotas: los amamos desinteresadamente. Pero de alguna forma, cuando se trata de nuestros amantes, nos olvidamos de lo que es el amor y nos volvemos egoístas otra vez. Y ése es el problema.

 

Llamé a los dos tipos de amor desinteresado e interesado, pero esos no son los términos exactos, porque incluso el amor "desinteresado" es interesado: conseguimos algo de él.

Como seres humanos, estamos constantemente buscando el equilibrio entre dos objetivos opuestos: diferenciarnos de los demás y fusionarnos con los demás. El primero es la búsqueda de identidad, impulsada por nuestro ego, y el segundo, es la búsqueda de intimidad, impulsado por nuestro corazón.

Nuestro ego es la parte de nosotros que busca nuestro interés propio, que se preocupa por lo que los demás piensan de nosotros, es la ambición. Son todas cosas buenas en la mayoría de circunstancias, pero son incompatibles con el amor. Por tanto, debemos asegurarnos de mantenerlos aparte.

Pero, si no obtenemos nada a cambio, ¿por qué amar? El objetivo del amor no es ayudarnos a conseguir las cosas que queremos en la vida, sino ayudarnos a olvidar nuestra obsesión con el querer y obtener. Durante parte de nuestras vidas, gracias al milagro del amor, dejamos de preocuparnos por nosotros mismos y en cambio nos preocupamos de otra persona. ¡Inténtalo y lo entenderás!

Claro que no podemos amar a cualquiera - tenemos que escoger a quien amar, y algunas opciones son mejores que otras. Nos enamoramos de una persona por sus cualidades: es atractiva, es sexy, nos hace reír o pensar, o simplemente te sientes bien en sus brazos. Es fantástico si os lleváis muy bien y compartís muchos momentos felices - todo eso hace que la vida sea mucho más placentera. Pero eso no es amor, eso es encaprichamiento, y no dura mucho.

Pero dura lo suficiente para que los amantes se hagan íntimos, para quitarse las máscaras de nuestras identidades sociales y mostrarnos tal como somos. Y una vez que dos personas han intimado, las cualidades que hicieron que te enamoraras ya no son importante. No amamos a alguien porque merezca ser amado, y aún menos porque merezcamos amarle. Sólo hay una razón para amar a alguien: porque todos necesitamos intimidad, y no importa tanto con quien.

Si realmente amas a alguien, no te importa qué hace o qué aspecto tiene, no te importa lo que los demás piensan, no te importa ni tan siquiera ¡qué piensa él o ella! No le amas porque te ama o te respeta o porque te hace sentir bien. Porque si amas a alguien por lo que obtienes a cambio, entonces se trata solo de amor condicional, sois solo clientes en una relación contractual mutuamente beneficiosa: es un trabajo.

Si de verdad amas a alguien, no te importa quién es: rico o pobre, guapo o feo, amable o egoísta. ¡Sí, se puede amar a gente egoísta! Porque amar a alguien no tiene nada que ver con quien es, y aún menos con quien eres . No te defines por a quien amas: el amor tiene que ver con la intimidad, no con la identidad.

 

Entonces ¿el amor trata de intimidad y no de identidad? ¡Parece tan obvio! ¿Cómo puede alguien confundirse con eso?

Bueno, de hecho, durante gran parte de la historia, las mujeres basaron su identidad en los hombres, a través de la institución del matrimonio (fuese religioso, legal, o ninguno de ellos). El matrimonio es un rol, y define quien somos, pero no tiene nada que ver con el amor. Una breve lección de historia:

En la prehistoria, vivíamos en pequeñas tribus que lo compartían todo. Desde comida y cobijo, hasta sexo y crianza de los hijos. Los hombres cazaban en grupo y no había matrimonios: las mujeres se acostaban con la mayoría de los hombres de la tribu, como hacen los chimpancés y bonobos, nuestros parientes más cercanos. ¿Cómo lo sabemos? Porque ése es el sistema de aparejamiento al que nuestros cuerpos están adaptados - nuestro sistema "natural".

Con la invención de la agricultura hace unos diez mil años, todo cambió. Desbrozar, arar, sembrar, regar y proteger los cultivos exige una gran inversión de tiempo, ¡y sólo tiene sentido si vas a recoger la cosecha! Así que inventamos la propiedad, y luego se tuvo que inventar la herencia, y más tarde hubo que inventar la paternidad, y a continuación se inventó la fidelidad (femenina), y también se inventó el matrimonio, con el que la mujer se convirtió en otra forma de propiedad, como la tierra, el ganado y los esclavos.

Con la Revolución Industrial, hace dos siglos, todo cambió de nuevo. Los trabajadores en las fábricas, minas de carbón y fundiciones de acero no eran esclavos, eran empleados que escogían libremente cambiar su trabajo por dinero. Y el rol de las mujeres también cambió: pasaron de ser propiedad a ser el socio inferior en una relación contractual, como empleadas. Por primera vez su consentimiento fue considerado importante, así que se inventó el matrimonio por amor, por medio del cual marido y mujer se unían por afecto, no por obligación. Cuando se habla de relaciones tradicionales, eso es a lo que se refieren. Y esos matrimonios por amor funcionaron, más o menos, durante unos doscientos años.

Pero desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hemos pasado a otra era, una con muchos nombres: la era Atómica, la era de la Informática, la era de Internet, la Revolución Digital, lo que sea, - y todo ha cambiado otra vez. De hecho el ritmo de cambio nunca había sido tan rápido, no solo somos diferentes de nuestros padres, si no que ¡nosotros mismos hemos tenido que cambiar a lo largo de nuestras vidas!

En esta era, mucha gente no trabaja para un patrón; son consultores, contratistas, o distribuidores externos. Los que son empleados cambian de trabajo con mucha más frecuencia (mi padre, como su padre, trabajó toda su vida para un solo patrón) o incluso se cambia de tipo de trabajo y se hace algo completamente distinto. Las compañías compiten para atraer a los mejores trabajadores, y los jefes tienen que gestionar con persuasión, no sólo dando órdenes como estaban acostumbrados. Obligación y jerarquía ya no tienen un papel en este nuevo mundo.

La proyección de todo esto en el matrimonio se llama feminismo: las mujeres ya no son socios inferiores, son equivalentes. La transformación todavía no es completa, y la parte que queda - cambiar nuestra mentalidad interna para adaptarnos a nuestros nuevos roles - es mucho más difícil que lo que ya se ha conseguido.

Pero el progreso hecho hasta la fecha es irreversible, y la tendencia es clara. Con suerte, en otro siglo más o menos, el sexismo, junto con el racismo y la homofobia nos parecerán raros, tal como hoy en día vemos los antes extendidos perjuicios entre Católicos Romanos y Protestantes.

Y el matrimonio por amor se ha desmoronado completamente - el matrimonio tradicional ya no funciona. Podría citar estadísticas de divorcio, satisfacción marital, hijos nacidos fuera del matrimonio y las muchas parejas que ni siquiera llegan al altar. Pero no necesitas saber todo eso, ¡sólo mira a tu alrededor! Parejas felices que se aman hasta que la muerte nos separe son una rara especie en estos días.

 

¿Por qué los matrimonios tradicionales ya no funcionan?

Bueno, un matrimonio por amor sigue siendo un matrimonio, un contrato comercial (y recuerda, estamos hablando de todos los matrimonios, no solo los legales o religiosos). Y por tanto, aunque el amor puede ser sincero, todavía se basa en un contrato. El cómico George Calin solía bromear cuando alguien le contaba que le gustaba su trabajo, él les preguntaba si seguirían haciéndolo si no recibiesen ningún salario. La analogía es apta.

La mayoría de parejas se debilitan porque las partes se resienten del contrato: les gustaría cambiar las condiciones, y/o no les gusta verse obligados a hacer algo. Prometer o acordar asumir alguna obligación es una Mala Cosa que hacemos, sensatamente, para recibir algún beneficio. Por ejemplo, acordamos pagar un alquiler o hipoteca para tener un hogar. De la misma forma, nos comprometemos con un cónyuge para recibir un beneficio, por ejemplo, su compromiso a cambio. Pero en muchos casos, cuando pasa el tiempo, sentimos que el valor que tiene el beneficio que recibimos es menor que el coste de la obligación que hemos asumido.

Entonces, tanto si las partes se atienen a regañadientes al contracto como si no, tratan de enmendarlo renegociando, engañan a sus parejas o simplemente rompen el contrato de plano, ese resentimiento envenena también la parte emocional del acuerdo: las partes "se desenamoran". Desenamorarse es un efecto, no una causa, igual como enamorarse es a menudo el resultado de encontrar la pareja que estabas buscando.

Esta situación empeora por la inflexibilidad de los matrimonios tradicionales, expresados por las palabras "normal" y "debería". La gente no suele acercarse al matrimonio desde cero; sencillamente aceptan las condiciones estándar, que van desde la exclusividad sexual a invitar a parientes que odias a tu boda por todo lo alto. Mucha gente siente que casarse es como enganchar el parachoques de tu auto en el lavado de coches - abandonas todo control sobre tu vida.

Lo peor de todo es darse cuenta, tras unos pocos años, que tu matrimonio no va a satisfacer tus anhelos y aspiraciones. Todos crecemos oyendo cuentos de hadas que acaban en "y fueron felices y comieron perdices". Todos hemos sufrido un lavado de cerebro en el sentido que si hacemos las Cosas Bien, entonces obtendremos la recompensa prometida. Y cuando eso no ocurre, nos sentimos no sólo decepcionados, sino también engañados - ¡se suponía que no tenía que ser así! Claro que el matrimonio no es el único contrato social comúnmente incumplido: a menudo sentimos que no conseguimos lo que nos prometieron en la escuela o el trabajo. ¡Y por eso cambiamos las cosas!

 

Entonces, si las relaciones tradicionales ya no funcionan, ¿qué hacemos ahora? ¿Qué deberíamos hacer?

Bien, si los problemas del matrimonio por amor surgen del contrato marital, ¡abandonemos esa parte! Todas esas cosas de la lista de más arriba - status, seguridad, apoyo, etc. - continúan siendo Buenas Cosas, pero no hace falta que las obtengamos de nuestros amantes (tal y como las mujeres lo hacían antes). Podemos ser tan ambiciosos como queramos con nuestras vidas públicas o profesionales y aun así ser desinteresados con nuestro amor y nuestros amantes: el primero en nuestra búsqueda de identidad y el segundo en nuestra búsqueda de intimidad.

Eso es lo que ya hacemos con nuestras amistades. Con los amigos no hacemos o pedimos promesas, nos aceptamos como somos y apreciamos nuestros puntos buenos sin dejar que los malos arruinen la amistad. Por eso, las amistades son las relaciones más largas y profundas de nuestras vidas.

Resulta irónico que nuestras mejores amistades duren tanto tiempo a pesar de que no implican compromiso alguno, pero la verdad es que tiene sentido si te paras a pensar en ello. Una promesa es una forma de aplazar una parte de un intercambio: si tú me das algo ahora, yo te prometo darte algo luego. Pero en las amistades, puede que yo te dé algo ahora simplemente porque eres mi amigo, y eso nos hace felices a los dos, incluso si no recibo nada a cambio, ahora o más tarde.

Por eso, si quieres que tus relaciones amorosas sean largas y profundas, sé amigo de tus amantes. O mejor aún: sé amante de tus amigos. Deja de buscar a alguien que complete tu vida, solucione tus problemas y haga que seas la envidia de tu familia. En lugar de eso, intenta profundizar todas tus amistades, añadiendo amor (y sexo, cuando resulte apropiado) a las más profundas. En lugar de matrimonios de amor, tengamos amistades de amor.

 

Esa es la teoría. En esta sección, quiero dejarte algunos consejos prácticos para las amistades de amor.

No busques a alguien para amar (por ejemplo en una página web de citas), y no evalúes a los candidatos que conozcas según una lista de criterios. ¡Amar no es como ir de compras! En lugar de eso, haz un esfuerzo por acercarte a todas las personas que conozcas, desde extraños a viejos amigos. En la mayoría de casos, ese esfuerzo sólo producirá resultados limitados (pero que merecen la pena): tendrás más amigos, serás más tolerante con los puntos de vista de los demás y disfrutarás más de la vida. Pero en algunos casos, acabarás sintiéndote más cercano a alguien, a menudo alguien a quien nunca hubieras imaginado que pudieses amar. No te preocupes intentando predecir con quien acabarás siendo buenos amigos, porque no puedes, y probablemente descartes los mejores.

No pidas respeto de tus amantes o a causa de tus amantes; el amor no va de eso. Todos parecemos tontos cuando amamos a alguien - piensa en los nombres cariñosos o las conversaciones de cama. Así que siéntete libre para hacer el tonto enamorándote.

¿Qué ocurre si alguien te dice que eres la persona más increíble que ha conocido y eso te hace sentir bien? ¿Quiere eso decir que la relación está sentenciada? No, si mantienes la perspectiva. En primer lugar, no es una razón para amar a alguien, o incluso para salir con esa persona. En segundo lugar, no hagas de ello una condición de tu afecto, y que la relación se venga abajo cuando ya no te traiga flores cada semana. Y en tercer lugar, recuerda que no es importante lo que el otro piense, no es tu cliente.

No tengas miedo de que la atracción sexual juegue un papel - ¡para eso sirve! Pero hay muchas otras formas de encontrar a gente interesante, y debemos usarlas.

La celosía es para los amantes inseguros, y exigir fidelidad es un tipo de propiedad, una forma de convertir a tu amante en un objeto. ¿Tienes miedo de que si tu amante encuentra atractivas a otras personas eso significa que no le "satisfaces"? Justo al contrario: si tiene buen sexo contigo, querrá tener más sexo con otras personas, no menos.

Si intentas vivir tu vida para hacer felices a otras personas, por ejemplo tu familia, puede que les complazcas o no, pero seguro que no te complacerás a ti mismo. Si haces lo que todos esperan de ti, serás tan infeliz como lo son ellos. Te respetarán más (y dejarán de chincharte) si les dices a la cara que vas a hacer las cosas a tu manera. Eso hará que les resultes más interesante, también.

¡Hazte fuerte! Nada de todo esto es fácil, y nada en la vida que realmente valga la pena lo es. Todo este programa requiere coraje, como dije más arriba. Si no estás suficientemente desesperado como para reunir todo ese coraje, espera unos pocos años, y lo estarás.

 

Todo esto requiere coraje, pero no es difícil. Todo lo que tenemos que hacer es dejar de querer algo de nuestros amantes, y convertirlos en nuestros amigos. En lugar de amarlos por lo que hacen por nosotros, amémoslos por lo que el amor hace por nosotros. Después de todo, eso es por lo que amamos a nuestros hijos y a nuestras mascotas, sin importar lo que hagan.

Ese tipo de amor es desinteresado e incondicional, y surge de lo más profundo de ti, de tu corazón y no de tu ego. No es pasional, en el sentido de la celosía, o demostrativo, como el encaprichamiento. Es una presencia constante que estructura tu vida y tu visión del mundo, un mundo que ahora incluye a alguien a quien amas.

Y una vez que experimentas ese amor, cambias. Dejas de ser la persona insegura y ensimismada que eras - que todos fuimos - y alcanzas una madurez que te aporta satisfacción, estabilidad y paz interior. Pero tienes que aprender a soltarte y confiar en la fuerza ... del amor.

 
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